viernes, 7 de junio de 2013

EL PERONISMO SERÁ REVOLUCIONARIO O NO SERÁ.

Quienes comenzamos a militar con el advenimiento de la democracia esta consigna,   que escribíamos en las paredes recién pintadas de blanco algunas noches, formaba parte  de nuestra lucha por levantar las banderas que la dictadura había borrado, matado. Los años que siguieron las condiciones para decir no cambiaron.  La “política” como palabra fue repudiada, maldecida y finalmente silenciada. Pero eso sí, el proyecto que la dictadura  había desembarcado en los años oscuros seguía en pie, metamorfoseado,  favoreciendo a los mismos sectores y condenando aún más a la miseria a los descamisados. La derrota del peronismo revolucionario no sólo fue muerte de miles de compañeros, de organización, de consignas, sino de las mismas palabras que fueron desterradas, vaciadas o en algunos casos frivolizadas.
Cuando Néstor Kirchner asumió como Presidente de la Argentina en el 2003 pronunció su discurso  ante la Asamblea Legislativa que generó, como acontecimiento,  cambios de posibilidades discursivas  en un escenario dominado hasta el momento por la lógica neoliberal. Sus palabras, las palabras del Presidente, envestidas de poder, permitieron que las palabras vuelvan hacer no solo palabras, es decir, habilitaron que vuelvan hacer cosas.  Comenzaron a ser realidades nuevas, volviendo a nombrar lo innombrable, lo indecible.
En estos días nos propusimos volver a llamar, a decir, a gritar aquello que se fue construyendo durante estos últimos diez años: las nuevas conquistas que los tiempos y las luchas habilitan y aquellas viejas banderas históricas del peronismo revolucionario. Hoy seguimos luchando para profundizar aquello que nació hace una década de la mano de Néstor y Cristina.
Aquí van sus palabras…
“Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de hipocresía y cinismo. Soñé toda mi vida que éste, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro, sino también es memoria sobre nuestras propias equivocaciones. Memoria sin rencor que es aprendizaje político, balance histórico y desafío actual de gestión.
Con la ayuda de Dios, seguramente se podrá iniciar un nuevo tiempo que nos encuentre codo a codo en la lucha por lograr el progreso y la inclusión social. Poniendo en una bisagra la historia, con mis verdades relativas, en las que creo profundamente pero que sé que se deben integrar con las de ustedes para producir frutos genuinos, espero la ayuda de vuestro aporte.
No he pedido ni solicitaré cheques en blanco.
Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia.
Vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos.
Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales. Pero sé y estoy convencido de que en esta simbiosis histórica vamos a encontrar el país que nos merecemos los argentinos.
Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo.
Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra.

Muchas gracias. ¡Viva la patria!(Presidente Néstor Kirchner 25 de mayo de 2003)